Democracia y fuerzas armadas en Venezuela
Los venezolanos tenemos el inmenso compromiso de reconstruir la institucionalidad, y procurar los cambios necesarios para que nuestro país logre exitosamente transitar el camino hacia una democracia estable y duradera. Ese camino está lleno de retos, y son muchos los temas que debemos repensar como sociedad, y uno de esos temas centrales es la relación entre el poder civil y el militar.
En efecto, toda sociedad tiene unos pilares fundamentales sobre la cual se sostiene su estabilidad, algunos de estos pilares están compuestos por la clase política, el sector empresarial, la religión, los medios de comunicación y el poder militar, entre otros. Todos estos estratos o capas que conforman los factores de poder en una sociedad, interactúan como engranajes de un sistema, que permiten que este trabaje, siendo necesario que todos cumplan su función para garantizar la marcha normal de las cosas.
En las sociedades modernas que cuentan con una institución militar, el principio general es que estas están sometidas al mando del poder civil. Esto traduce la idea, según la cual, las armas de un Estado, pertenecen a los ciudadanos y se usan solo para defender a esos ciudadanos. Siendo esa su única razón de ser, es inconcebible el uso de esas armas o de la investidura militar para acceder al gobierno, o lo que es lo mismo, en un sistema democrático, los militares tienen un papel constitucional que cumplir, pero manteniéndose apartados de la actividad política y de ahí su carácter esencialmente obediente al poder civil y no deliberante.
En Venezuela el rol de las fuerzas armadas se ha desdibujado. Hemos visto durante los últimos 20 años como se ha construido un modelo diferente y equivocado. En primer lugar, desapareció de la Constitución su carácter apolítico y no deliberante, y en la práctica los militares han tenido un papel mucho más activo, sustentado en la supuesta unión cívico-militar, cuya principal expresión la encontramos en que la mayoría de los altos cargos de la Administración Publica son ocupados por militares, incluyendo cargos de elección popular como los de alcaldes y gobernadores, con lo cual en la practica se ha despojado a los civiles de sus espacios naturales.
El último episodio de esta lamentable historia que es la despolitización de las fuerzas armadas, lo ha protagonizado el Ministro de la Defensa, quien ha sostenido, palabras más, palabras menos, que mientras exista una fuerza armada antiimperialista, revolucionaria y bolivariana la oposición nunca podrá ejercer el poder político en Venezuela. En efecto, estas palabras se dieron en el marco de las actividades que anualmente se preparan para la conmemoración del día de la independencia, que en Venezuela se celebra el cinco (05) de julio de cada año.
Los venezolanos recordamos y celebramos la firma del acta de la independencia que tuvo lugar el cinco (05) de julio 1811. Esta es una fecha que todo venezolano tiene presente por su especial significación y trascendencia. Además, se ha convertido en un ritual el tradicional desfile militar con el que, se suele rendir honor a nuestros próceres. No obstante, lo que probablemente no recordemos con tanta frecuencia, es que el proceso político que condujo a la independencia, fue principalmente de naturaleza civil.
En efecto, la declaratoria de independencia fue el resultado de un debate realizado en el Primer Congreso Nacional de Venezuela, compuesto principalmente por civiles, y quienes tenían por responsabilidad deliberar sobre la mejor forma de gobierno para Venezuela, luego de haber sido capturado el Rey Fernando VII, por Napoleón Bonaparte.
No obstante, y a pesar del contenido civil de esa fecha, lamentablemente en nuestro país, después de la perdida de la Primera República, como nos lo recuerda el historiador venezolano Rafael Arráiz Lucca, en su libro intitulado “Civiles”, los hombres de armas pasan a ocupar el primer lugar en el escenario, llegando incluso a señalar este importante autor, que de los doscientos años de vida republicana el signo lamentable ha sido el militarismo, invadiendo el ámbito de la ciudadanía; mandando mas que gobernando, dando instrucciones, mas que buscando consensos.
En efecto, las lamentables declaraciones del ciudadano Ministro de la Defensa, son un recordatorio estridente de que una de las primeras acciones que debemos emprender los venezolanos es precisamente repensar el papel de las fuerzas armadas en el marco de un verdadero Estado Constitucional de Derecho, con la finalidad de que cumplan con el rol que constitucionalmente les corresponde y que no es otro que la seguridad y defensa exterior de la soberanía y la preservación del orden constitucional en situaciones extremas, como bien lo ha enseñado el eminente jurista y profesor Dr. Jesús María Casal, cuyas ideas en esta materia sin duda serán de gran valor.
En efecto, de cara a la reconstrucción nacional, parece imperioso en el mediano plazo iniciar un proceso de reforma constitucional, que permita mejorar las condiciones democráticas de nuestra sociedad y establecer límites y controles al poder militar mucho mas efectivos, que los que hoy están dispuestos en el texto constitucional, especial atención merecerá el control parlamentario de los ascensos militares, y el establecimiento de su carácter apolítico y no deliberante, que muchas voces hoy claman, tal como lo establecía la Constitución de 1961.
Efectivamente, episodios lamentables como el protagonizado por el Ministro de la Defensa, son al mismo tiempo reflejo de la decadencia política en la que nos encontramos sumergidos los venezolanos, pero al mismo tiempo, deben ser la razón por la cual nuestra sociedad debe seguir en la búsqueda de los mecanismos que nos permitan superar el estado de cosas actual, y cumplir la aspiración de la mayoría de los ciudadanos venezolanos de vivir en un país democrático y próspero.
Caracas, 12 de julio de 2020
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